
Las tensiones entre China y Japón por unos comentarios de la nueva primera ministra nipona, la ultranacionalista Sanae Takaichi, sobre Taiwán siguen en fase de escalada, quemando hectáreas de la frágil diplomacia entre Pekín y Tokio. Ante el riesgo de que la disputa vaya más allá del terreno verbal, y de que se torne aún más oscura, la Embajada de Japón en Pekín emitió el lunes un aviso de seguridad a sus ciudadanos en China, rogándoles precaución en la calle. “A raíz de la reciente cobertura mediática local sobre las relaciones entre Japón y China”, se lee en el aviso colgado en la web de la embajada, “al salir, le rogamos que esté muy atento a su entorno, incluyendo la presencia de personas sospechosas, y que haga todo lo posible por garantizar su seguridad viajando en grupo”. La nota reclama que se tomen “precauciones adicionales” si se viaja con niños; pide que se eviten espacios públicos concurridos y “zonas frecuentadas por japoneses”, y que se abandone la zona inmediatamente si detecta a personas o grupos “sospechosos”. Con el termómetro de la tensión bilateral al rojo vivo, y la retórica nacionalista inflamada en las redes sociales y los medios chinos, es imposible no leer la advertencia teniendo en mente otros ataques que han sufrido residentes nipones en China en los últimos tiempos. El año pasado, un niño japonés de 10 años residente en el gigante asiático fue asesinado por un ciudadano chino cuando iba a la escuela. El apuñalamiento tuvo lugar durante el aniversario del llamado incidente del 18 de septiembre, que dio inicio a la invasión japonesa de Manchuria, en 1931, y abrió la puerta a la posterior guerra sinojaponesa.El aviso llega después de diez días de tiranteces entre China y Japón. La chispa tiene su origen en una respuesta de Takaichi en sede parlamentaria el pasado 7 de noviembre, en la que aseguró que un eventual intento de China de bloquear o apoderarse de Taiwán podría suponer “una amenaza existencial” para su país, justificando el despliegue de las Fuerzas de Autodefensa de Japón. Aunque Takaichi aseguró que la postura de su Gobierno no había cambiado, que su comentario no era ninguna novedad, la afirmación sentó como un puñetazo en Pekín. China considera la isla autogobernada de Taiwán una verdadera línea roja de su política exterior: una provincia rebelde, parte inalienable de su territorio, y para cuya reunificación nunca ha renunciado al uso de la fuerza armada, a pesar de que Taipéi cuenta con el apoyo militar de Estados Unidos. A la vez, Taiwán se encuentra a poco más de 100 kilómetros del territorio japonés y está situada en rutas marítimas vitales para Japón. Pekín, que ha criticado a Takaichi por “dañar de forma severa las relaciones bilaterales y desafiar el orden internacional de la posguerra”, llamó el viernes pasado a consultas al embajador de Japón en Pekín, anunció maniobras militares con fuego real en el mar Amarillo para el lunes, y el domingo llevó a cabo patrullas de guardacostas junto a unas islas en disputa administradas por Tokio. En un intento de apaciguar los ánimos, el Gobierno nipón ha enviado esta semana a Pekín a Masaaki Kanai, director general de la Oficina de Asuntos de Asia y Oceanía del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón. El alto funcionario se ha reunido este martes con su homólogo chino, Liu Jinsong, aunque no han trascendido de momento detalles del encuentro. Mientras, la pugna trasciende lo diplomático, desciende a la vida cotidiana, y da cuenta de una situación grave. Entre otras cosas, se ha pospuesto el Foro Tokio-Pekín, un encuentro entre académicos de ambos lados que estaba previsto para este fin de semana. Y se resiente el turismo desde que, la semana pasada, el Ministerio de Exteriores chino pidió a sus ciudadanos que eviten viajar a Japón “por el deterioro del entorno de seguridad”.CancelacionesLas aerolíneas chinas registraron alrededor de 491.000 cancelaciones de billetes a Japón entre el sábado y el lunes, casi un tercio de las reservas totales, según un analista de aviación citado por el diario hongkonés South China Morning Post. La agencia nipona Kyodo ha informado de que varias de las grandes empresas de viajes chinas han suspendido la venta de paquetes turísticos a Japón, y fuentes del sector añadían que todos los productos relacionados con viajes a este país (cuyo mercado se nutre en gran medida de turistas chinos, la primera nación de origen) están en pausa desde el día 16, debido a la situación entre ambos países. La disputa ha llegado a las pantallas de cine, con el aplazamiento del estreno en China de las películas japonesas Crayon Shin-chan the Movie: Super Hot!, Scorching Kasukabe Dancers y Cells at Work!, según ha recogido Global Times, vinculado al Partido Comunista Chino. “El ajuste es una decisión prudente tomada tras una evaluación exhaustiva del rendimiento en el mercado de las películas japonesas importadas y la opinión del público chino, según informaron los importadores y distribuidores de películas a los medios de comunicación”, dice el citado periódico. La pugna actual se alimenta de los recelos históricos, las heridas no cerradas del pasado, las disputas territoriales irresueltas y una renovada carrera armamentística. Las relaciones, en realidad, nunca han sanado del todo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, que en China se conoce como la rendición de Japón en la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945). Pekín celebró el 80º aniversario en septiembre con un desfile de proporciones bíblicas y una intensa campaña sobre la “visión correcta de la historia”. Era previsible que el choque entre ambos países llegara en algún momento con la nueva jefa del Ejecutivo nipón a los mandos. Ha sucedido quizá antes de lo esperado. Takaichi, con una fuerte inclinación patriótica y proclive a romper las ataduras pacifistas al Ejército en la Constitución del país, prometió nada más aterrizar en el puesto, a finales de octubre, acelerar la expansión del gasto militar para alcanzar el 2% del PIB el año que viene y no en 2027. La primera mujer que gobierna Japón se considera, además, discípula del exprimer ministro nipón asesinado, Shinzo Abe, también de corte nacionalista, y bajo cuyo mandato las costuras diplomáticas entre Pekín y Tokio crujieron al estirarse hasta el límite. Abe incluso hizo en 2021 unos comentarios similares, desatando la cólera de la República Popular, aunque para entonces ya no estaba al frente del país.
Japón emite una alerta de “seguridad” para sus ciudadanos en China ante la disputa diplomática | Internacional
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