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Una subasta de cartas de víctimas del Holocausto y documentos de los perpetradores que estaba prevista para este lunes en Alemania ha sido finalmente suspendida tras la indignación pública desatada. La presión de Polonia, que había calificado la puja de “ofensiva”, ha sido fundamental. La casa de subastas de Neuss, cerca de Düsseldorf (oeste), retiró el domingo todos los objetos de su página web. El ministro de Exteriores de Polonia, Radosław Sikorski, agradeció en la red social X a su homólogo alemán, Johann Wadephul, por “impedir tal escándalo” y evitar que se celebre “la ofensiva subasta”.“El respeto de las víctimas exige la dignidad del silencio, no el barullo del comercio”, indicó Sikorski. “La memoria de las víctimas del Holocausto no es una mercancía y no puede ser objeto de comercio”, criticó al tiempo que reclamaba que los documentos sean entregados al Museo de Auschwitz. Mientras, el embajador alemán en Polonia, Miguel Berger, acogió con satisfacción la cancelación definitiva de la venta pública. “Nunca debería haber tenido lugar”, afirmó. Rozmawiałem z ministrem SZ Niemiec @JoWadephul w sprawie planowanej w Neuss aukcji przedmiotów z czasu terroru niemieckiego podczas drugiej wojny światowej. Zgodziliśmy się, że należy zapobiec takiemu zgorszeniu.— Radosław Sikorski 🇵🇱🇪🇺 (@sikorskiradek) November 16, 2025

El Ministerio de Cultura alemán ya ha anunciado que tomará medidas para evitar futuras subastas de este tipo. “Los documentos o informes periciales de los perpetradores nazis que se ofrecían en la subasta no son para colecciones privadas. Estos documentos históricos de sufrimiento y crímenes deben conservarse en memoriales, museos e instituciones de investigación”, declaró el titular del departamento, Wolfram Weimer, a la agencia de noticias DPA. Su homóloga polaca, Marta Cienkowska, ha informado por su parte de la apertura de una investigación sobre la procedencia de los objetos para determinar si alguno de ellos debe ser devuelto a Polonia.En un principio, la casa de subastas Felzmann de Neuss (150.000 habitantes) tenía previsto subastar el lunes cientos de cartas de la colección de un investigador privado del nazismo bajo el título de El sistema del terror, volumen II, 1933-1945. Se trata, en parte, de la correspondencia de prisioneros de campos de concentración alemanes con sus familiares.También iban a salir a la venta documentos de los perpetradores: entre los más de 600 lotes se encontraban las notas de Arthur Liebehenschel, comandante del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, que las había redactado en preparación para su defensa en el juicio celebrado en Cracovia en 1947. Entre los objetos que iban a subastarse figuraban varias estrellas judías, como una del campo de concentración de Buchenwald “con signos de uso”; carteles de propaganda antisemita; fichas de la Gestapo; y otros materiales nazis. El anuncio de la subasta desató fuertes críticas del Comité Internacional de Auschwitz y del Instituto Fritz Bauer, que investiga la historia y el impacto del Holocausto. Ambos entes exigieron, al igual que el Gobierno polaco, que se cancelara. La subasta fue calificada por los supervivientes del Holocausto y sus familiares como una “iniciativa cínica y vergonzosa”, según Christoph Heubner, vicepresidente del Comité Internacional de Auschwitz, que también criticó que se esté utilizando el “sufrimiento de todas las personas perseguidas y asesinadas por los nazis con fines comerciales”, y recordó que los “documentos sobre la persecución y el Holocausto pertenecen a las familias de los perseguidos. Deben exponerse en museos o en exposiciones de memoriales y no degradarse a objetos comerciales”. “¿La carta de un prisionero polaco de Auschwitz del año 1940 por 180 euros? ¿La ficha de la Gestapo con información sobre la ejecución de un habitante judío del gueto de Mackheim, en Prusia Oriental, en julio de 1942, por 350 euros? ¿O quizá prefiera el comunicado sobre la muerte de una paciente del sanatorio estatal de Hadamar, asesinada en 1944 en el marco de la llamada eutanasia, también por 350 euros?”, criticó la semana pasada el Instituto Fritz Bauer en un comunicado en el que mostraba su oposición “al comercio de documentos relacionados con la persecución nazi y el Holocausto”. “No se debe comerciar con este tipo de documentos. La documentación escrita y audiovisual de los crímenes nazis y su historia posterior debe confiarse urgentemente a los archivos públicos y los memoriales”, se leía en el texto del Instituto Fritz Bauer. “Solo allí se conservarán, catalogarán y almacenarán los documentos de forma adecuada para el futuro, y se pondrán a disposición de la investigación histórica contemporánea y del público interesado, teniendo en cuenta su procedencia, todos los derechos de autor y personales, así como los intereses dignos de protección de las personas afectadas o sus descendientes”. Al principio, la casa de subastas de Neuss, especializada en sellos y monedas, tenía una opinión diferente. Al ser preguntada por el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, declaró que los coleccionistas privados realizaban “una intensa labor de investigación”, que contribuían al “análisis histórico” y que su actividad no servía “para comerciar con el sufrimiento, sino para preservar la memoria”. Sin embargo, al final dio marcha atrás y decidió parar la subasta.

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